Me llamo Cautiva, tengo dos años y soy una osa parda. La historia que os voy a contar comienza el día en el mis hermanos y yo nacimos. Fue una cueva pequeñita que mi madre había excabado debajo de una gran piedra.
La osera -así se llama nuestra casa- fue nuestro hogar al principio. Éramos tan frágiles que nuestra vida dependía de la leche y el calor de mamá.
¡No teníamos pelo, pesábamos menos que una ardilla y que un cuervo, y éramos ciegos!. Afuera era invierno y el bosque estaba cubierto de nieve.
Cuando mamá supo que mis hermanos y yo estábamos de camino, comenzó a comer muchas castañas y bellotas para ponerse muy gorda y así poder fabricar mucha leche rica y nutritiva para nosotros. Además, dentro de nuestra osera, respiraba más despacio y hacía que su corazón latiese más lentamente que de constumbre. Así es como ahorraba energía. Ella sabía que el invierno sería largo y no podría salir a buscar comida.¡Nuestra mamá era increíble! Un buen día, cuando ya llevábamos cuatro meses en la oscura cueva...¡llegó la primavera! Los rayos del sol derritieron la nieve acumulada en la entrada de nuestra osera.¡Por fin podríamos salir al exterior! Teníamos tantas ganas de saber que era lo que nos esperaba afuera que mis hermanos y yo nos pusimos a correr y a saltar como locos.
-¡Oseznos! ¡Conan! ¡Thor! ¡Cutiva!
Mama nos estaba llamando, y como con nuestros gritos no podíamos oírla, tuvo que rugir con todas sus fuerzas para llamar su atención.
-Ahora escuchad me con atención, oseznos. Esto que os voy a decir es muy importante si queréis sobre vivir en el bosque. Entonces mamá nos dio tres consejos que todo oso debe conocer.
1.Llenar el estómago siempre que se pueda.
2.Prestar atención a los peligros del bosque.
3. Mantenerse alejados de los hombres.
Mamá también nos dijo, que cuando la bisabuela era pequeña había cientos de osos como nosotros en estas montañas.¡Ahora sólo quedan 130, eso es algo terrible!. Por eso tenemos que estar tan atentos a los peligros del bosque. Después de un invierno tan largo estábamos muertos de hambre. Era el momento de aprender la lección más importante: cómo llenar nuestra panza.
Mama nos contó que a los osos nos encantaba la miel y las larvas de las abejas y mama nos hizo buscar miel, cada oso por un lado del bosque pero con prudencia.
Cuando empezó la "búsqueda del tesoro" empecé a andar hacia el este, caminaba y caminaba hasta que encontré en una rama por encima de un acantilado, no muy grande.
Entonces cuando lo fui a coger, me subí por el robusto tronco del árbol, fui a la rama, y de repente...¡me resbale! Cuando llegue al suelo me desmayé... Cuando recobré el conocimiento me encontré en un parque de recuperación en el que había muchos animales y... ¡ Hombres! Tenia miedo, pensaba que me iban a hacer daño, pero no, me iban a cuidar.
Cuando paso un tiempo, me recuperé y me soltaron en el bosque, mi madre estaba preocupada. Cuando me encontraron, mi mamá se puso a llorar de alegría por volver a estar juntos después de tanto tiempo.
FIN Autor: Emilio García Yuncal