Me llamo Andrea, tengo dos
hermanos Silvia a Ismael.
Este verano mis padres han tenido
que tomar la decisión de enviarnos a casa de los abuelos de vacaciones ya que
ellos al igual que mis tíos tenían que trabajar.
Antes de que acabara el curso nos
notificaron la idea de las vacaciones. Al igual que a mí, a mis hermanos y a
mis primos Patricia y Raúl, no nos hizo ninguna gracia esa decisión. Teníamos
que ir pasar las deseadas vacaciones a un pequeño pueblo, nunca habíamos estado
allí. Siempre venían mis abuelos a vernos aunque eran en contadas ocasiones.
Cuando llego el gran día de
viajar nos pusimos tristes y enfadados ya que durante ese tiempo no podríamos
utilizar los móviles, internet para
poder hablar con nuestros amigos, ya que el pueblo se encontraba entre montañas
y no había cobertura.
Al llegar al pueblo nuestros
abuelos no estaban esperando con gran ilusión y muy contentos por fin sus
nietos iban a estar en su casa. Se lo habían dicho a todos los vecinos del
pueblo, para ellos era una gran noticia que les hacía muy felices.
Cuando terminamos de cenar mis
padres y mis tíos regresaron a la ciudad. Nosotros nos quedamos tristes y
pensativos ya que nos esperaban días muy aburridos.
A la hora de acostarnos mi abuela
ilusionada había preparado las habitaciones para que nosotros nos encontráramos
cómodos, nosotros al verla nos
sorprendió no había tele y todo era un poco anticuado, pero era la casa de los
abuelos.
Tardamos en dormirnos ya que
extrañábamos nuestra habitación. Pero al fin el cansancio nos venció.
Cuando nos encontrábamos
durmiendo plácidamente un ruido de un animal nos despertó, corrimos hacia la
cocina a decírselo al abuelo, que quera ese ruido tan raro para nosotros. El
abuelo se echo a reír, para él ese ruido era su despertador. Todos contestamos
tu despertador, si contesto el abuelo.
Entonces nos pusimos a desayunar
rápidamente, para que el abuelo nos enseñara ese animal. Que nos sonaba tan
raro a todos. La curiosidad no nos dejaba caminar, pero cual sería nuestra
sorpresa cuando vimos aquel animal tan grande, que nos miraba desafiante.
Nuestra reacción ante esto fue correr, entonces el animal hizo lo mismo nos
persiguió por todo el recinto. Mi abuelo tuvo que salir a detenerlo ya que
nosotros estábamos muertos de miedo. Cuando nos fuimos tranquilizando le
preguntamos al abuelo que tipo de animal es ese, el abuelo sorprendido nos
contesto pero no lo sabéis, ya que vosotros con toda la tecnología que tenis.
Pues simplemente es un gallo y se llama Guillermo.
Después de un gran rato, cuando
se nos había pasado el gran susto, no pudimos menos de echarnos a reír del
miedo que habíamos pasado todos. Para refrescarnos fuimos a beber agua a una
gran fuente que tenía el abuelo, el agua estaba riquísima, nunca habíamos
probado un agua tan rica.
Llego la hora de la comida sin
darnos cuenta. La abuela nos había preparada una riquísima comida, aunque a
nosotros al principio al verla nos quedamos un poco sorprendidos eran
legumbres, nos esperábamos pasta que era
a lo que estábamos acostumbrados a comer. Para que la abuela no se disgustara
nos miramos todos y nos pusimos a comer, cuál sería nuestra sorpresa, aquel
plato de comida estaba riquísimo, nunca habíamos comido nada igual.
Al terminar de comer ayudamos a
la abuela a recoger la mesa y a lavar los platos. Esto era una forma de decirle
que la comida había estado estupenda.
Nos fuimos a nuestros cuartos un
rato ya que hacía mucho calor para pasear.
Estuvimos poco rato ya que
estábamos con mucha curiosidad de que el abuelo nos enseñara los demás animales
que tenía en la granja.
Nos parecieron fascinantes, ya
que solo los habíamos visto en los libro. Y ahora teníamos la posibilidad de
verlos en la realidad, las cosas que hacían, lo que comían y como se
comportaban.
El abuelo se emociono cuando nos
vio que estábamos tan entusiasmados con sus animales. Casi se le saltan las
lágrimas de alegría al ver que sus queridos nietos deseaban ver sus cosas y que
él compartiese con ellos su sabiduría.
Durante las dos semanas que
pasamos junto con los abuelos se nos pasaron muy rápidas, ya que aprendimos
muchas cosas de ellos.
Nuestros padres estaban
preocupados pensando de lo aburridos que estaríamos. Pero cuál fue su sorpresa
cuando se presentaron sin avisar y nos vieron a todos ayudando al abuelo con
los animales y el huerto y a la abuela con las cosas de casa y las comidas.
Cuando nos reunimos todos para
cenar se saco la conclusión de que no puedes decir que una cosa no te va a
gustar sin antes haberla probado.
Para mis hermanos, primos y para
mí fue una experiencia inolvidable.
Os quiero Abuelos