lunes, 3 de noviembre de 2014

VACACIONES EN CASA DE LOS ABUELOS


Me llamo Andrea, tengo dos hermanos Silvia a Ismael.
Este verano mis padres han tenido que tomar la decisión de enviarnos a casa de los abuelos de vacaciones ya que ellos al igual que mis tíos tenían que trabajar.
Antes de que acabara el curso nos notificaron la idea de las vacaciones. Al igual que a mí, a mis hermanos y a mis primos Patricia y Raúl, no nos hizo ninguna gracia esa decisión. Teníamos que ir pasar las deseadas vacaciones a un pequeño pueblo, nunca habíamos estado allí. Siempre venían mis abuelos a vernos aunque eran en contadas ocasiones.
Cuando llego el gran día de viajar nos pusimos tristes y enfadados ya que durante ese tiempo no podríamos utilizar los móviles, internet  para poder hablar con nuestros amigos, ya que el pueblo se encontraba entre montañas y no había cobertura.
Al llegar al pueblo nuestros abuelos no estaban esperando con gran ilusión y muy contentos por fin sus nietos iban a estar en su casa. Se lo habían dicho a todos los vecinos del pueblo, para ellos era una gran noticia que les hacía muy felices.
Cuando terminamos de cenar mis padres y mis tíos regresaron a la ciudad. Nosotros nos quedamos tristes y pensativos ya que nos esperaban días muy aburridos.
A la hora de acostarnos mi abuela ilusionada había preparado las habitaciones para que nosotros nos encontráramos cómodos, nosotros  al verla nos sorprendió no había tele y todo era un poco anticuado, pero era la casa de los abuelos.
Tardamos en dormirnos ya que extrañábamos nuestra habitación. Pero al fin el cansancio nos venció.
Cuando nos encontrábamos durmiendo plácidamente un ruido de un animal nos despertó, corrimos hacia la cocina a decírselo al abuelo, que quera ese ruido tan raro para nosotros. El abuelo se echo a reír, para él ese ruido era su despertador. Todos contestamos tu despertador, si contesto el abuelo.
Entonces nos pusimos a desayunar rápidamente, para que el abuelo nos enseñara ese animal. Que nos sonaba tan raro a todos. La curiosidad no nos dejaba caminar, pero cual sería nuestra sorpresa cuando vimos aquel animal tan grande, que nos miraba desafiante. Nuestra reacción ante esto fue correr, entonces el animal hizo lo mismo nos persiguió por todo el recinto. Mi abuelo tuvo que salir a detenerlo ya que nosotros estábamos muertos de miedo. Cuando nos fuimos tranquilizando le preguntamos al abuelo que tipo de animal es ese, el abuelo sorprendido nos contesto pero no lo sabéis, ya que vosotros con toda la tecnología que tenis. Pues simplemente es un gallo y se llama Guillermo.
Después de un gran rato, cuando se nos había pasado el gran susto, no pudimos menos de echarnos a reír del miedo que habíamos pasado todos. Para refrescarnos fuimos a beber agua a una gran fuente que tenía el abuelo, el agua estaba riquísima, nunca habíamos probado un agua tan rica.
Llego la hora de la comida sin darnos cuenta. La abuela nos había preparada una riquísima comida, aunque a nosotros al principio al verla nos quedamos un poco sorprendidos eran legumbres,  nos esperábamos pasta que era a lo que estábamos acostumbrados a comer. Para que la abuela no se disgustara nos miramos todos y nos pusimos a comer, cuál sería nuestra sorpresa, aquel plato de comida estaba riquísimo, nunca habíamos comido nada igual.
Al terminar de comer ayudamos a la abuela a recoger la mesa y a lavar los platos. Esto era una forma de decirle que la comida había estado estupenda.
Nos fuimos a nuestros cuartos un rato ya que hacía mucho calor para pasear.
Estuvimos poco rato ya que estábamos con mucha curiosidad de que el abuelo nos enseñara los demás animales que tenía en la granja.
Nos parecieron fascinantes, ya que solo los habíamos visto en los libro. Y ahora teníamos la posibilidad de verlos en la realidad, las cosas que hacían, lo que comían y como se comportaban.
El abuelo se emociono cuando nos vio que estábamos tan entusiasmados con sus animales. Casi se le saltan las lágrimas de alegría al ver que sus queridos nietos deseaban ver sus cosas y que él compartiese con ellos su  sabiduría.
Durante las dos semanas que pasamos junto con los abuelos se nos pasaron muy rápidas, ya que aprendimos muchas cosas de ellos.
Nuestros padres estaban preocupados pensando de lo aburridos que estaríamos. Pero cuál fue su sorpresa cuando se presentaron sin avisar y nos vieron a todos ayudando al abuelo con los animales y el huerto y a la abuela con las cosas de casa y las comidas.
Cuando nos reunimos todos para cenar se saco la conclusión de que no puedes decir que una cosa no te va a gustar sin antes haberla probado.
Para mis hermanos, primos y para mí fue una experiencia inolvidable.
Os quiero Abuelos

                                                                                                                                 Sofía García Torres
                                                                                                                                 Curso: 2º B