Rubén era un chico de 10 años al que le gustaba mucho investigar y un día decidió jugar a detectives con sus amigos. Sus amigos se llamaban: Alejandro, Roberto, Mario, Adrián y Óscar. Todos eran de la misma edad más o menos.
El juego de detectives llamado ``EN BUSCA DEL MISTERIO PERDIDO´´, consistía en: inventarse un misterio, sacar unas pistas, y luego buscar el misterio.
El misterio era saber quien había robado en la panadería
Alejandro dijo entusiasmado:
-Vamos, vamos que tengo ganas de jugar a este juego que se ha inventado Rubén y que tiene buena pinta.
Rubén le agradeció que Alex dijera que su juego tenía buena pinta. Este grupo de amigos comenzaron a jugar.
Salieron desde el parque municipal de Villaverde y llegaron a una plazoleta en la que encontraron la primera pista, migas de pan haciendo un recorrido.
Rubén dijo:
-¡Mirad chicos! hay pan por el suelo, puede ser del ladrón al que buscamos
Mario replicó:
-Si, pero también pueden ser de un anciano que le haya echado de comer a las palomas, no ves que por aquí hay muchas.
Rubén pensó y y dijo que si, que era posible.
Estos siguieron buscando pistas y llegaron a una plaza en la que encontraron a una señora pidiendo ayuda y nosotros fuimos a ver que pasaba, ella nos dijo:
-Chicos ese señor de allí se escapa con cinco naranjas de mi frutería.
Nosotros respondimos:
-¡Si iremos a por el!
Salimos corriendo detrás de el y dio la casualidad de que pasaba la policía por esa calle y le arrestaron.
Le quitamos la bolsa de naranjas que había robado y se las llevamos a la frutera.
Ella, como recompensa nos dejo coger la fruta que quisiéramos gratuitamente.
Nosotros seguíamos en busca del ladrón de la panadería cuando de repente Roberto se cayo y se hizo daño y tuvimos que ir hasta su casa para que le curaran la herida que se había hecho.
Luego continuamos nuestro camino.
Cerca del ayuntamiento vimos al ladrón de la panadería.
Alex gritó:
¡Para o tendrás problemas muy serios!
El ladrón no paró y nosotros llamamos a la policía y quedo detenido, mientras, nosotros fuimos a llevar el pan robado al panadero.
El no nos recompensó, pero bueno estuvo bien lo que hicimos.
Entonces fuimos al parque y hablamos de lo que habíamos hecho y llegamos a la conclusión de que no estuvimos jugando, nos habíamos metido en medio de un robo de verdad.
Fidel Comerón Gelacio.