domingo, 8 de febrero de 2015

ENTREVISTA A HUGO SILVA

Últimamente lleva una vida de médico de urgencias, trabajando de noche y durmiendo de día por culpa de Álex de la Iglesia, quien rueda su nueva película, Las brujas de Zugarramurdi, a horas intempestivas. Aparece escuchando música en el iPhone, despeinado y en zapatillas con la relajación de quien pasa por un buen momento. La racha incluye haber rodado a las órdenes de Pedro Almodóvar (Los amantes pasajeros se estrenará en marzo), algo que muchos actores persiguen toda su vida sin llegar a conseguirlo.
Ser ahora chico Almodóvar debe de ser como ver cumplido un sueño.
En el rodaje había momentos en los que me paraba a pensar en lo que me estaba ocurriendo y no me lo creía.
¿Qué hace a Pedro tan diferente del resto?
He rodado con directores estupendos y de todos he aprendido. Pero estamos hablando de uno de los mejores cineastas del mundo. Es un señor al que en el mismo set se le ocurre una genialidad y la prueba contigo en el momento. Con él debes delegar, confiar totalmente, porque estás en manos de alguien especial, una auténtica potencia creadora. A esto se une que trabaja con su propia productora, lo que le da la libertad de emplear el dinero como quiera. Y él da prioridad a cosas como rodar cronológicamente, cosa que nadie hace, o a la estética. Estoy loco por volver a trabajar con él, es una experiencia.
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Marlon Brando admite que se ha pasado parte de su vida tratando de destruir la belleza que tenía en su juventud. ¿Alguna vez has sentido que ser guapo podía llegar a ser un lastre? 
Uno no se puede obsesionar con eso, aunque es cierto que todos los actores vivimos muy pendientes de ser valorados. Si no te dan premios o recibes buenas críticas te planteas si te están dando trabajo porque eres buen actor, porque vendes, o por qué. Pero creo que para un actor que le ofrezcan trabajo ya es suficiente reconocimiento. Si te llaman para hacer películas es que vas por buen camino.


¿Cómo lidias con la fama y el fenómeno fan que genera la televisión? 
Ahora ya bien. Pasé por malos momentos, me costó aceptarlo, pero llegué a la conclusión de que uno tiene que hacerse cargo de sus circunstancias, porque, si no, sufres mucho. Todo el mundo tiene en su profesión una parte incómoda. Yo tengo esta, y estoy orgulloso de cómo he aprendido a llevarlo. Lo veo con sentido del humor, me río mucho de mi imagen pública, me parece todo muy ridículo.

ZAIRA Y SANDRA 2º